El estado actual de los océanos es muy diferente de lo que era en el pasado. De hecho, la mayoría de los ecosistemas marinos se ven afectados por el cambio climático (por ejemplo, el calentamiento de los océanos, la acidificación, el aumento del nivel del mar) y otras múltiples amenazas de origen humano (por ejemplo, la sobrepesca, la contaminación, la destrucción del hábitat) que amenazan la biodiversidad marina mundial y modifican los entornos oceánicos hasta el punto de ser considerados «océanos antinaturales» prácticamente desprovistos de áreas «prístinas» minas». Estas áreas vírgenes se ven mínimamente afectadas por las principales amenazas humanas, lo que brinda una oportunidad única para comprender mejor cómo se estructuran y se comportan los ecosistemas marinos. También son esenciales para estudiar los efectos del cambio climático en la plataforma continental antártica, donde se pueden encontrar entornos relativamente aún inalterados.
Las gorgonias (otro nombre para los corales) se encuentran entre las principales especies estructurales de muchas comunidades bentónicas (organismos que viven en, dentro o cerca del fondo marino) en todas las latitudes y profundidades, desde hábitats poco profundos hasta hábitats profundos. Por ello, la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR) ha reconocido a las gorgonias como taxón indicador de los ecosistemas marinos vulnerables (VME). Estos organismos añaden complejidad tridimensional al hábitat, proporcionando complejidad arquitectónica y refugio a varias especies. Durante la última década, el conocimiento sobre la diversidad, la distribución, la ecología y el estado de conservación de las poblaciones de gorgonias en la plataforma continental ha aumentado significativamente en el mar Mediterráneo, el océano Pacífico y el océano Atlántico, pero en la Antártida todavía existe un importante desconocimiento sobre sus características ecológicas.
Las técnicas de muestreo no destructivas, como los equipos remolcados equipados con vídeo, los vehículos operados a distancia (ROV) o los sumergibles tripulados, se utilizan habitualmente para estudiar las zonas costeras, los arrecifes profundos de corales de aguas frías y los montes submarinos. Si bien la mayoría de los estudios sobre el bentos antártico se han llevado a cabo utilizando técnicas destructivas, como las redes de arrastre de fondo, también se ha utilizado habitualmente una metodología de obtención de imágenes respetuosas para proporcionar información esencial sobre la distribución de las comunidades de megafauna bentónica a gran escala espacial.
Los ecosistemas profundos de la Antártida siguen siendo áreas prístinas que esconden un enorme conocimiento sobre cómo son los ecosistemas vírgenes, y también pueden proporcionar conocimientos básicos sobre cómo otras plataformas continentales pueden haber prosperado en las décadas anteriores a la pesca con redes de arrastre de fondo.