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Nunca en la historia de la humanidad hemos degradado tanto lo que nos rodea que en los últimos 50 años. El mundo vivo, del que formamos parte y que nos proporciona todo lo que necesitamos para sobrevivir, desde el aire hasta el agua, pasando por los alimentos, las medicinas, los medios de vida y mucho más, está sufriendo por nuestra culpa. En todo el mundo, algunas especies están desapareciendo, y la mayoría de las poblaciones de animales y plantas están disminuyendo a un ritmo sin precedentes, hasta el punto de que los científicos están llamando a este evento global la “6ª extinción masiva global”.

Y aunque somos una especie terrestre, que ha colonizado casi todos los trozos de tierra donde podemos cultivar alimentos, encontrar agua, extraer combustibles fósiles y construir casas, también hemos colonizado en cierto modo el océano.

Es cierto que el océano aparece como esa gran cosa azul de ahí fuera, tan difícil de alcanzar, penetrar o descubrir en su totalidad. Y sin embargo, el impacto de las actividades antropogénicas en la biodiversidad marina es asombroso. Sólo el 3% del océano se describe como libre de presiones humanas y al menos el 66% de la superficie oceánica está experimentando múltiples impactos acumulativos por nuestra parte.

Pero, ¿cuáles son las verdaderas amenazas? ¿Qué es lo que hace que las poblaciones de especies marinas disminuyan o desaparezcan?

Si le pidiéramos que respondiera a las preguntas anteriores, ¿cuál sería su respuesta? Si le pidiéramos que clasificara las 5 principales amenazas para la biodiversidad marina, ¿qué pondría en primer lugar y así sucesivamente?

No es una tarea fácil, porque nuestra representación de lo que perjudica a lo que nos rodea está condicionada por lo que leemos en Internet, lo que vemos con nuestros propios ojos y lo que nos interesa. Por eso, la gente suele mencionar la contaminación por plásticos como una de las principales amenazas. Es cierto que la contaminación por plástico es un problema global real, que podemos ver en todas partes y sobre el que es relativamente fácil y crucial actuar. Sin embargo, no es la única presión que causa daño al mundo vivo, y podemos ir más allá en la reducción de nuestro impacto negativo.

Descubramos cuáles son las mayores amenazas para la biodiversidad marina… y qué podemos hacer.

Esta clasificación ha sido elaborada por la IPBES, (Plataforma Intergubernamental Científico-Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas), que ha publicado en 2019 un informe muy completo sobre la cuestión: el Informe de evaluación global sobre la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas.

Los impulsores directos del cambio en el océano con mayor impacto global son (por orden de importancia):

  1. La explotación directa de los organismos (pesca)
  2. La pérdida de ecosistemas
  3. Cambio climático
  4. Contaminación
  5. Especies invasoras

Esas cinco amenazas son el resultado de múltiples causas subyacentes, que se apoyan en valores y comportamientos culturales y sociales: la forma en que nosotros, los humanos, vivimos. Pero profundicemos en cada uno de estos motores directos del cambio.

  1. La sobrepesca

En el océano, la sobreexplotación de peces, mariscos y otros organismos (especies objetivo y no objetivo) tiene el mayor impacto relativo sobre la biodiversidad.

En los últimos 50 años, la pesca se ha expandido a todas las escalas: los barcos de pesca son más grandes, llegan más lejos, a mayor profundidad, durante más tiempo, con artes cada vez más técnicos. Como resultado, el número de poblaciones de peces sobreexplotadas también se ha ampliado.

Sin embargo, no estamos pescando más peces (en términos de tonelaje) desde 1996, cuando hemos alcanzado un pico de productividad. Pero para intentar mantener esta cifra seguimos explotando las poblaciones marinas a un ritmo insostenible, un ritmo en el que las poblaciones no pueden regenerarse con la suficiente rapidez para reponer y garantizar la durabilidad del “stock”.

La cantidad de especies capturadas accidentalmente es también tremenda, con una estimación global del 40% del total de capturas marinas que son especies “no deseadas”, a menudo liberadas muertas en el agua o vendidas ilegalmente.

Con todo esto, parece evidente que la explotación insostenible de los organismos marinos es la que causa directamente el mayor impacto sobre la vida en el océano.

  1. Pérdida de ecosistemas

El segundo factor con mayor impacto relativo sobre el océano es el “cambio de usos del mar y de las tierras costeras” que está provocando la degradación o desaparición de los ecosistemas.

El desarrollo urbano en el litoral, los métodos de pesca destructivos, la construcción de instalaciones de acuicultura y la contaminación de los ríos están impactando física y químicamente en los ecosistemas marinos y costeros.

Los manglares, los arrecifes de coral, las praderas marinas, los arrecifes de ostras, los bosques de macroalgas y las marismas son los principales ecosistemas costeros que se encuentran en el mundo y que albergan la mayor parte de la vida marina. Cuando las presiones antropogénicas provocan la destrucción y la pérdida de estos ecosistemas, todo el mundo vivo que se encuentra en ellos se pierde a la par.

  1. El cambio climático

Aunque a veces se considera la principal amenaza para nuestro planeta, el cambio climático es en realidad el tercer factor con mayor impacto relativo en el océano.

El aumento de las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero debido a las actividades humanas está haciendo que todo el planeta se caliente como nunca antes. El océano, que actúa como amortiguador, absorbiendo el exceso de calor y gases de la atmósfera, también está sufriendo.

Como consecuencia, la temperatura del agua está aumentando, el océano se está acidificando (el pH del océano está disminuyendo), los niveles de oxígeno están bajando y las olas de calor marinas están aumentando. Estos cambios están contribuyendo a un impacto generalizado en la biodiversidad marina, lo que provoca alteraciones en la distribución de las especies, la fenología (tiempo de reproducción), la dinámica de la población, la estructura de la comunidad y la función del ecosistema.

Por mencionar un ejemplo relativamente famoso, los arrecifes de coral están sufriendo directamente el cambio climático. Los corales son muy sensibles a la temperatura del agua: un aumento de la temperatura hace que los corales se blanqueen (expulsan una pequeña alga que vive en su interior y que les proporciona nutrientes), provocando su muerte. Como resultado, la cobertura mundial de coral vivo ha disminuido a la mitad desde los años 50 y hasta el 90% de los corales puede desaparecer en las próximas décadas si seguimos “como siempre”.

El mayor peligro del cambio climático es que, además de impactar directamente en la biodiversidad marina a través de los cambios anteriormente señalados, también está exacerbando el impacto de los otros motores del cambio…

  1. Contaminación

Muy presente en nuestra sociedad, a través de campañas de sensibilización, marketing y documentales, la contaminación es bastante conocida por la mayoría de nosotros. Pero a menudo se la relaciona con un tipo de contaminación: la contaminación por plástico. Sin embargo, al mencionar el cuarto factor con mayor impacto relativo en la biodiversidad marina, el plástico no es el más culpable.

La contaminación química es el tipo de contaminación más extendido y con mayor impacto en el océano y en la vida que hay en él.

El uso de fertilizantes y pesticidas en la tierra, para las actividades agrícolas, está causando mucho daño. Estas sustancias químicas compuestas de nitrógeno y fosfato llegan fácilmente a los suelos y a los ríos y, en última instancia, acaban en el océano, donde estos dos elementos se encuentran en cantidad limitada.

Tanto el nitrógeno como el fosfato son factores limitantes para el crecimiento de las algas (y para los cultivos, precisamente por eso los utilizamos en la tierra para aumentar el rendimiento agrícola). Cuando grandes cantidades de nitrógeno y fosfato acaban en el océano, el fitoplancton y las algas consiguen vivir su mejor momento y literalmente florecen.

Estas floraciones masivas están alterando todo el equilibrio del ecosistema: las pequeñas algas tóxicas explotan, una gran cantidad de algas en la superficie impide que penetre la luz del sol, privando a las especies más profundas de esta energía, y las algas en descomposición están vaciando la zona de oxígeno (debido a las bacterias que utilizan el oxígeno circundante para deteriorar el material muerto).

La contaminación química está creando literalmente zonas muertas, como en el Golfo de México o el Mar Negro, donde la vida submarina es casi inexistente.

  1. Especies invasoras

El quinto motor del cambio global de la biodiversidad es la propagación e invasión de especies exóticas.

¿Especies exóticas? Ese es el nombre que reciben las especies que se abren paso en lugares donde no suelen encontrarse, donde se establecen y colonizan todo, a costa de las otras especies que había antes. La introducción de nuevas especies por parte del ser humano, de forma deliberada o accidental, está provocando la formación de nuevas formas de ecosistemas, a menudo no muy diversos ni resistentes.

Transportados por los desechos flotantes a través de los océanos, o adheridos a los cascos de los cargamentos o en las aguas de lastre de los barcos, muchos organismos encuentran su camino de una parte a otra del mundo. La globalización del mundo, acompañada del desarrollo del transporte marítimo mundial, es la responsable de ello. Pero cuando las nuevas especies llegan a un nuevo lugar, suelen encontrarse sin sus habituales depredadores o parásitos que normalmente las regulan. A menudo se convierten en mejores competidores y depredadores que las especies locales y acaban dominándolo todo.

Uno de los ejemplos más comunes es la invasión del pez león. Esta especie, que originalmente se encontraba en el Indo-Pacífico, ha sido capaz de colonizar todos los océanos. Liberada de acuarios en Florida, así como desplazándose a través del Canal de Suez, esta especie ha sido capaz de llegar al Caribe y al Mar Mediterráneo respectivamente. En estas regiones del océano donde no es nativa, esta especie se ha establecido como un feroz depredador: al ser capaz de comer casi todas las demás especies, el pez león se ha ido extendiendo a expensas de otras poblaciones de peces.

¿Qué podemos hacer?

Por mucho que parezca una situación terrible y abrumadora a la que enfrentarse, aún no está todo perdido. El mundo vivo puede conservarse, restaurarse y utilizarse de forma sostenible, al tiempo que se satisfacen las necesidades humanas. Pero esto requiere esfuerzos urgentes y concertados. Se necesitan acciones individuales y colectivas para crear un cambio transformador.

Cada una de estas diferentes amenazas (sobrepesca, pérdida de ecosistemas, cambio climático, contaminación y especies invasoras) tiene sus especificidades que requieren acciones específicas y precisas como cambios en el consumo, cambios en las prácticas en tierra y en el mar, y nuevas políticas implementadas, etc. Sentimos la necesidad de profundizar en cada una de estas amenazas y en lo que hay que poner en marcha específicamente para cada una de ellas, algo que haremos en futuros artículos.

Pero tenemos que recordar que el motor último que causa este “top 5” está vinculado a la forma en que nosotros, los humanos, vivimos en este planeta. Así que, en última instancia, si queremos frenar el colapso global de la biodiversidad, tenemos que pensar en la forma en que elegimos vivir nuestras vidas.

Al exponer las diferentes soluciones y lo que hay que poner en marcha, los científicos del informe IPBES mencionan que tenemos que cambiar nuestra visión de lo que es una “buena vida”.

Una buena vida se considera como “el logro de una vida humana plena (…) que comprende el acceso a los alimentos, el agua, la energía y la seguridad de los medios de subsistencia, y también la salud, las buenas relaciones sociales y la equidad, la seguridad, la identidad cultural y la libertad de elección y acción. (…) Es multidimensional, ya que tiene componentes tanto materiales como inmateriales y espirituales. (…) El concepto de bienestar humano utilizado en muchas sociedades occidentales y sus variantes, junto con los de vivir en armonía con la naturaleza y vivir bien en equilibrio y armonía con la Madre Tierra, son ejemplos de diferentes perspectivas sobre una buena calidad de vida”.

Entonces, ¿cómo queremos que sea nuestra vida? Sabiendo que formamos parte de todo un mundo vivo, y no extraído de él, y que dependemos de él más que de cualquier otra cosa, ¿qué vida queremos llevar para respetar lo que nos sustenta?

Los cambios sostenibles deben ser tanto externos como internos. Las acciones “externas”, como la creación de áreas marinas protegidas, la ralentización del desarrollo costero, la reducción del esfuerzo pesquero y la restauración activa de los ecosistemas marinos, son cruciales… También lo es nuestra forma de considerar y observar el mundo que nos rodea, para encontrar una manera más armoniosa y equilibrada de vivir en este planeta.

Estos pocos párrafos que acaba de leer son una introducción a la situación a la que nos enfrentamos, o deberíamos decir una base para entenderla. Antes de profundizar en cada una de estas amenazas específicas, era importante para nosotros dibujar el panorama general para que podamos tenerlo siempre presente y recordarnos que el problema es grande, subrayado por muchos factores acumulativos y que, en consecuencia, las soluciones deben ser inteligentes y holísticas.

Manténganse atentos, ya que compartiremos más información sobre cada una de estas amenazas, así como soluciones concretas, individuales y colectivas, para hacerles frente.

 

Referencias

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